miércoles, 9 de mayo de 2012

Un Maestro



Por Sant Jordi me regalaron un libro, un clásico al parecer, del que ignoraba su existencia. 

Me refiero a "El arte de la guerra" de Sun Tzu.

Es uno de esos libros que se leen de tirón (120 páginas), pero que luego vuelves a tomar para subrayar, reflexionar, comprender.

A través de su estrategia bélica Sun Tzu nos transmite toda una filosofía empresarial y comercial de primera magnitud. "Es mejor ganar sin luchar", dice el autor, "esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante".

A través de Facebook y de leer blogs de otras personas, me he dado cuenta la afinidad de inquietudes de los seres humanos. Por ejemplo, me ha sorprendido que este medio sirva para hablar de Dios, para tenerlo presente, para hacerle visible en nuestras vidas y creo que quienes así lo reflejan lo hacen de forma sincera, con el corazón. Deberíamos preguntarnos ¿Por qué tantas personas llegamos a las mismas conclusiones, con idénticas emociones y parecidas experiencias?

Algo similar me ha ocurrido con las cuestiones comerciales que utilizo habitualmente. Mis verdades llegaron a mi mente, pensaba yo, por casualidad y ahora me encuentro que mis pensamientos, mis certezas, son compartidas con miles o millones de personas en el mundo y todas las exponemos de manera parecida.

Al leer este libro he pensado que no es de ahora, que las verdades ya estaban dichas hace dos mil, tres mil o cuatro mil años. Simplemente las repetimos sin saber que existieran, es curioso. Cuando leo en "El arte de la guerra" que " el conocimiento del problema es la clave de la solución", me digo, ¿qué mérito tiene que dos mil años después yo lo haya escrito en mi libro "No valgo para vender" ¿En qué parte de mi cerebro, de mi alma, de mi memoria historia se guarda esta información y por qué?




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