viernes, 21 de septiembre de 2012

¿Nos Conocemos a Nosotros Mismos?

Sin ese conocimiento es muy difícil triunfar, yo diría que imposible porque precisamente el camino del éxito, al menos en el mercado actual y con la crisis pisándonos los talones, pasa, irremediablemente por cambiar y ese cambio se me hace muy complicado si aún desconocemos al protagonista, es decir, a nosotros mismos.

Si nos basamos en la archiconocida inteligencia emocional que tanto éxito proporcionó a Daniel Goleman, nos encontramos con cinco competencias:

1.- El conocimiento de las propias emociones.
Hay que saber por qué actuamos como lo hacemos y qué pretendemos conseguir con ello. Por ejemplo, si te dedicas a la venta y no eres capaz de superar el rechazo que te supone visitar a los clientes potenciales, difícilmente avanzarás en las otras estrategias. Si no hay presentación menos habrá cierre.

2.- Capacidad para controlar tus emociones.
El miedo, la vergüenza, la sensación de fracaso, la vaguería... reconocerlas es el primer paso para controlarlas y superarlas. Si te sientes triunfador actuarás como tal, si ya te consideras fracasado, eso serás.

3.- Imprescindible saber motivarse a sí mismo.
Nadie puede hacer este trabajo por ti. Tú eres el que madruga o permaneces en la cama, el que decide aguantar la jornada completa o quedarte en media porque ya no aguantas la presión, el que sabe distinguir entre argumentos que no producen resultados y los que sí. Eres tú, lector comercial, el que va levantando barreras.

4.- Reconocer las emociones ajenas.
Y no jugar por la famosa "primera impresión" a la que tanta importancia se le da y que tan engañosa es. Nuestra obligación es reconocer en el rostro del cliente la tensión o la alegría, detectar si es el momento adecuado para hablarle de la última novedad o preguntarle cómo se encuentra. La otra persona, nuestro cliente, también tiene vida propia, problemas y cambios de humor, ganas de escuchar o de hablar. Nuestra obligación es detectarlo y actuar en función de sus emociones. Y recuerda que cada encuentro lleva consigo su diferenciación porque ni tú ni el clientes sois los mismos en cada caso.

5.- El control de las relaciones.

Cada cliente es un mundo diferente y la cercanía que a uno le puede parecer atractiva, a otro le resultará intromisión en su intimidad. El cliente nos da pautas con su conducta y nosotros hemos de leer su expresión corporal correctamente si no queremos equivocarnos. No se puede tratar igual a un cliente que nos abraza efusivamente como saludo que al tímido incapaz de mirarnos a los ojos o darnos un buen apretón de manos. Hay radica nuestra inteligencia, en saber comprender y diferenciar.

Buen fin de semana para todos y mucho éxito en lo que emprendáis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario