martes, 17 de junio de 2014

Ventas, una profesión difícil y apasionante


Cuánto se aprende tomando el rol de observador. Lo practiqué, hasta casi el enfado, el pasado sábado mientras un grupo de dependientes de pescadería, en un centro Mercadona, mostraba el lado más negativo de la no venta, no atención y servicio al cliente. 

Los cuatro jóvenes que atendían esa sección en ningún momento se dirigían a las personas que estoicamente esperábamos nuestro turno, se limitaban a oír, si es que llegaban a eso, su pedido e inmediatamente seguían con su cháchara particular. Pero no era una cháchara cualquiera, no, era un comentario negativo tras otro respecto al trabajo, a la empresa, a su hora de salida o al horario de la semana siguiente. 

Por si eso fuera poco, uno de ellos le dijo a otro que tenía que ir al water (esa palabra empleó), antes de que aquel se fuera a almorzar y a una le vino a la mente la imagen del joven saliendo del servicio sin lavarse las manos. Todo a voz en grito y sin el menor respeto ni recato por los escuchante, o sea, los sufridos clientes.

Cuando ya estaba a punto de marcharme sin comprar, cosa que hice dos minutos después, pese a que había esperado más de un cuarto de hora, le tocó el turno a la crítica sobre un compañero que comenzó a apilar cajas en un palet y aquello desató las iras del que tenía que ir al "water". No sé cortó lo más mínimo para gritarle y después ridiculizarle delante de los clientes y del resto de los compañeros. 

Ya digo, todo un ejemplo de lo que jamás, bajo ninguna circunstancia, debe hacer una persona cuyo trabajo esté relacionado con la atención al cliente.  Eso, precisamente, me refiero a la atención al cliente, fue lo que faltó durante el cuarto de hora que estuve esperando. 

Buen día sea el vuestro. 

Autor de la foto: Murphy. Título: atardecer en Alcañiz. 

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